No obstante, esta evolución plantea retos. La saturación de contenidos y la competencia global hacen que destacar sea más difícil. Además, la experiencia del cine en sala ha perdido parte de su protagonismo frente a la comodidad del hogar. Aun así, muchos directores defienden que la magia de una proyección colectiva sigue siendo insustituible.
El futuro del cine español dependerá de su capacidad para adaptarse sin perder identidad. La combinación de talento, tecnología y autenticidad cultural será clave para mantener la relevancia de la industria. Las escuelas de cine, los festivales y las políticas de apoyo al sector juegan un papel esencial en este proceso.
En definitiva, el cine español vive una etapa apasionante, llena de oportunidades y desafíos. La era digital no solo ha cambiado las herramientas, sino también la manera en que las historias se cuentan y se comparten con el mundo.
