El uso de grasas saludables también marca la diferencia. Aceite de oliva, frutos secos, aguacate o semillas no solo mejoran el sabor de los platos, sino que aportan nutrientes esenciales. Moderar el consumo de aceites refinados y mantequillas permite equilibrar las comidas sin perder textura ni aroma en las recetas.
Por último, las especias y hierbas aromáticas transforman cualquier plato. El romero, el tomillo, la albahaca, el pimentón o el comino realzan los sabores naturales sin necesidad de añadir excesiva sal o salsas procesadas. Esta práctica no solo es saludable, sino que también despierta la creatividad en la cocina y anima a probar combinaciones nuevas.
En conclusión, preparar recetas saludables es posible y gratificante. Con productos frescos, variedad de ingredientes y un toque de creatividad, se pueden elaborar platos nutritivos y sabrosos que satisfagan tanto al paladar como al cuerpo. Adoptar este enfoque no es una obligación, sino una forma de disfrutar de la comida y cuidar la salud de manera consciente.
